La agricultura de conservación es un enfoque sostenible de la producción agrícola que tiene como objetivo proteger el suelo de la erosión y la degradación, contribuir a la preservación de los recursos naturales (agua y aire) y optimizar al mismo tiempo el rendimiento de los cultivos.
De esta manera, la implementación de cultivos de cobertura en diferentes plantaciones es considerada una de las mejores prácticas para prevenir la erosión del suelo y minimizar el impacto de los productos fitosanitarios en el medioambiente.
Implementar un cultivo de cobertura, consiste precisamente en dejar el suelo cubierto con plantas herbáceas (cultivadas o espontáneas), entre las filas de árboles. Como otra alternativa, es posible optar por cubrir el suelo con material vegetal muerto, como en el caso de los restos de poda.
Con esta práctica, se consiguen muchos beneficios:
Beneficios económicos: ahorro de mano de obra y combustible, mayores rendimientos y menor escorrentía y erosión, estos factores contribuyen a aumentar los costos de producción agrícola.
Beneficios ambientales: mejora las propiedades del suelo, aumento de la biodiversidad, reducción de la erosión y las emisiones de CO2, aumento del almacenamiento de carbono, reducción de las inundaciones y los deslizamientos de tierra y reducción de la contaminación del agua.
Además, la implementación de cultivos de cobertura también puede convertirse en una fuente de ingresos para el agricultor, ya que permite acceder a la nueva modalidad de ayuda de la PAC 2023-2027 y da la posibilidad de generar bonos de carbono, que podrán ser vendidos, en el futuro mercado que la Comisión Europea legislará en 2023.
